Familia Interespecie

El Duelo: Cómo afrontar la pérdida de un animal de compañía


La partida de un animal de compañía marca un hito de dolor profundo en nuestras vidas. Estos seres se convierten en compañeros inseparables, testigos de alegrías y tristezas, y nos brindan un amor incondicional que enriquece nuestra existencia. Para muchos, su animal de compañía no solo es un amigo, sino un miembro querido de la familia. Por ello, cuando llega el momento de la despedida, el vacío que dejan es abrumador y, a menudo, subestimado por quienes no han experimentado un vínculo tan especial.

Afrontar el duelo por la pérdida de un animal de compañía es un proceso fundamental para el bienestar emocional y mental de sus cuidadores. Este periodo de luto permite procesar las intensas emociones que surgen, aceptar la realidad de la pérdida y prevenir problemas de salud mental a largo plazo. Además, el duelo facilita la adaptación a una nueva realidad sin la presencia de nuestro compañero de vida, honra su memoria y fortalece nuestra resiliencia emocional. Reconocer y respetar este proceso es crucial para encontrar consuelo y seguir adelante.  

El vínculo especial con los animales de compañía

Gran cantidad de personas a nivel mundial comparten parte de su vida y su espacio con animales de diferentes especies donde pueden generar vínculos afectivos y/o sociales de forma bidireccional, en especial cuando estos animales son perros o gatos. Esta relación humano – Animal (perro-gato) denominada también relación humano-animal de compañía ha tomado gran fuerza en los últimos años tanto así que ha dado origen a una ciencia denominada Antrozoología, la cual se dedica al estudio de las formas de interacciones y vínculos entre los seres humanos y los animales (Díaz Videla, 2020).

El ser humano, desde su nacimiento, desarrolla vínculos con otros, comenzando con sus madres. Estudios demuestran que este vínculo afectivo es común en varias especies, incluyendo los humanos. Este “lazo afectivo” se forma entre individuos y perdura en el tiempo. Así, los humanos no solo crean vínculos con otros humanos, sino también con otras especies, inicialmente por beneficios mutuos, pero evolucionando hacia relaciones significativas. Características de humanos y perros, entre otros animales, han facilitado la domesticación y el desarrollo de estos vínculos, asignando a los animales de compañía de valor comparable al de otros seres humanos (Pulgarin Tavera & Orozco Sena, 2016).

Recordemos que el Canis lupus familiaris, o el perro que conocemos hoy en día, fue el primer animal en ser domesticado, hace aproximadamente entre 15.000 y 40.000 años, hacia el final del Paleolítico. Durante este periodo, nuestros antepasados cazadores-recolectores empezaron a establecer una conexión con los lobos, seleccionando aquellos que no representaban una amenaza y mostraban comportamientos neoténicos, es decir, aquellos que conservaban rasgos juveniles en la edad adulta. Estos lobos fueron gradualmente integrándose en las comunidades humanas. Hoy en día, muchas personas manifiestan tener un vínculo emocional reciproco y más intenso del que se pudiera tener con otras especies (Anzoátegui, 2024).

Por otro lado, el Felis silvestris catus, o gato doméstico, fue “domesticado” aproximadamente 10.000 años después que los perros. La palabra domesticado esta entre comillas porque, según varios investigadores, su domesticación parece no haber concluido del todo y continúa en proceso. Esto se debe a su mayor independencia, la conservación de instintos de caza, la preservación de rasgos de sus ancestros salvajes, y su menor diversidad genética, lo que sugiere una domesticación más reciente y menos intensa. A pesar de ello, los gatos son muy populares como animales de compañía y se han adaptado cada vez más al ambiente urbano actual (Chávez Contreras, 2016).

Es interesante observar que el cariño y apego emocional que un humano tiene por un animal de compañía, especialmente por un felino o un canino, tiene un origen muy antiguo. En excavaciones arqueológicas se han encontrado entierros hace aproximadamente 14.000 a 17.000 años, donde perros y humanos, o gatos y humanos, fueron enterrados juntos. Aunque el contexto exacto de estos entierros no se conoce con certeza, es razonable hipotetizar que esta práctica muestra que el vínculo y la relación entre estos seres eran especiales durante sus vidas (González Marino, 2019).

Con lo anterior podemos observar que los animales han acompañado a los humanos en gran parte de la historia, cimentado vínculos emocionales muy fuertes especialmente con perros y gatos, quienes han llegado a ser considerados miembros de la familia. Una razón clave para estos profundos lazos emocionales es que los animales de compañía ayudan a aliviar la ansiedad y la depresión, ofreciendo consuelo y una sensación de seguridad. La interacción con animales de compañía fomenta el bienestar emocional y los estados psicoafectivos positivos, reduciendo sentimientos de soledad, ansiedad y estrés, mejorando el estado de ánimo, brindando alegría y una rutina diaria. Estas relaciones también fortalecen la resiliencia emocional, ayudando a las personas a enfrentar y recuperarse de situaciones difíciles (Aragunde Kohl, et al., 2024).

Entendiendo el duelo por un animal de compañía

El vínculo con un animal de compañía puede ser tan fuerte que muchos tutores los describen con palabras como “hijo”, “bebe”, “mejor amigo”, entre otros, especialmente en la sociedad occidental, debido a la continua relación de emociones y necesidades compartidas. Esta profunda conexión hace que la pérdida de un animal de compañía impacte enormemente la parte emocional del tutor y de los demás miembros humanos del hogar. El dolor y el duelo que atraviesan pueden ser similares a los experimentados por la muerte de un miembro humano de la familia (Park, Royal, & Gruen, 2021).

El duelo es una respuesta natural ante la pérdida, ya sea de un ser querido, un animal de compañía, un objeto, una etapa de la vida o un acontecimiento significativo. Cuando se trata de pérdidas, especialmente aquellas relacionadas con una persona o animal de compañía, es fundamental compartir, acompañar y respetar la experiencia. Los dolientes a menudo necesitan sentir que su dolor es comprendido por los demás. Por ello, quienes han sufrido una pérdida suelen valorar profundamente la presencia y el apoyo de sus seres queridos (Figueroa, Cáceres, & Torres , 2020). Sin embargo, cuando el duelo es por la muerte de un animal de compañía, muchas personas no comprenden la tristeza y el dolor que el tutor o la familia experimentan, la pérdida de un animal de compañía a menudo se trivializa por el simple hecho de ser un animal, lo que lleva a comentarios o gestos insensibles que no ayudan al tutor o a la familia a sobrellevar el duelo.

El duelo por la pérdida de un animal de compañía puede desencadenar una amplia gama de emociones, desde incredulidad y dolor, hasta rabia, culpa y ansiedad, culminando eventualmente en aceptación. Muchas personas pueden sentirse deprimidas y desanimadas en los días posteriores a la pérdida. En los niños, el duelo puede manifestarse como tristeza, ira, miedo, negación y culpa, así como celos hacia amigos que aún gozan de la compañía de un canino o felino (Calderón Maldonado & Herrera Espinoza, 2014), recordemos que casi siempre la muerte de un animal de compañía suele ser la primera experiencia con la muerte para un niño (Association for Pet Loss and Bereavement, s.f.). Conocer las etapas del duelo y saber cómo guiar a las personas afligidas es crucial para preservar su bienestar mental y físico.

Etapas del duelo

Calderón Maldonado y Herrera Espinoza comparan el proceso del duelo con la cicatrización de una herida, enfatizando que el duelo es algo que debe ser experimentado y no simplemente superado. Todas las reacciones y emociones son normales y comunes con otras personas que se encuentran en estado de duelo. A continuación se describen las etapas del duelo, destacando que estas pueden ocurrir en el orden mencionado o de manera irregular, con algunas etapas predominando sobre otras o persistiendo más en el tiempo, recordando siempre que todos vivimos el duelo de manera diferente y no hay un camino único o “correcto.

  • Etapa Uno: Duelo intenso – fase de negación, aturdimiento o aislamiento.

Esta etapa se da de manera inmediata al fallecimiento del animal de compañía, se pueden experimentar incredulidad, negación, confusión, inquietud, oleadas de angustia aguda, pensamientos obsesivos y algunos síntomas físicos, incluso shock, se puede observar por parte del tutor o de algún miembro de la familia el negar la importancia del fallecimiento o perdida del animal. Expresar estas emociones y sentimientos es beneficioso, ya que facilita la gestión del duelo. Es importante respetar el silencio del tutor frente a la perdida; no se debe forzar a hablar si no lo desea, y sus propias necesidades indicarán cuándo es el momento adecuado para comunicarse (Calderón Maldonado & Herrera Espinoza, 2014, Figueroa, Cáceres, & Torres, 2020).

  • Etapa Dos: Confrontación con la pérdida – fase de ira, irritabilidad, enfado o resentimiento.

Una vez que los síntomas y reacciones de la primera etapa comienzan a disminuir y la aceptación de la nueva realidad se hace más evidente, inicia la segunda etapa. En este punto, los procedimientos de entierro o cremación han concluido y quienes han apoyado al tutor o a la familia han regresado a sus rutinas habituales. Esta etapa se distingue por la manifestación de ansiedad por separación, estrés prolongado, sentimientos de culpa, agresividad, pensamientos recurrentes sobre el animal fallecido, comportamientos de búsqueda y una sensación persistente de la presencia del difunto. Es posible que el tutor o algún miembro de la familia experimente irritabilidad y llegue a cuestionar la competencia del médico veterinario que atendió al animal fallecido, se empiezan a tener pensamientos como: “si yo hubiese estado, si yo hubiese hecho”, como también frases de ¿Por qué yo? ¡No es justo! (Calderón Maldonado & Herrera Espinoza, 2014, Figueroa, Cáceres, & Torres, 2020).

  • Etapa Tres: Conservación – fase de aislamiento, desorganización y desesperación.

En esta fase, la aflicción se asemeja más a una depresión, prolongando el dolor de la perdida del animal de compañía y los proyectos asociados a él, también se puede experimentar la de regresar el tiempo para reconocer con anticipación la causa de la muerte, por ejemplo, la detección temprana de la enfermedad o el haber evitado el accidente. El aislamiento es una característica notable, ya que la persona prefiere descansar y estar sola. Se experimenta impaciencia debido a la necesidad de realizar actividades productivas y sentirse útil, buscando salir del duelo rápidamente. Otros síntomas incluyen fatiga, debilidad, repaso obsesivo de eventos, disminución del apoyo social, mayor necesidad de sueño, desesperación, desamparo e impotencia (Calderón Maldonado & Herrera Espinoza, 2014, Figueroa, Cáceres, & Torres, 2020).

  • Etapa Cuatro: Cicatrización o recuperación.

En esta etapa, el patrón normal del sueño se restablece y los efectos del estrés prolongado comienzan a disminuir. La energía física y emocional aumenta, permitiendo al tutor o al miembro de la familia afectado reconstruir su forma de ser y retomar el control de su vida. Se abandona roles anteriores y se busca un nuevo significado de la vida. Este proceso incluye el cierre del ciclo a través del perdón y el olvido, marcando el comienzo de la verdadera recuperación (Calderón Maldonado & Herrera Espinoza, 2014).

  • Etapa Cinco: Aceptación de la perdida y renovación.

En esta fase, el tutor o miembro de la familia puede hablar de su animal de compañía con serenidad, sin experimentar angustia ni culpa. Se aprende a vivir con la pérdida, recordando los buenos momentos de manera positiva y sin que el dolor resulte abrumador. Esta etapa marca un punto de reorganización emocional y renovación personal, la esencia de esta etapa se resume con la frase… “Todo va a estar bien” (Calderón Maldonado & Herrera Espinoza, 2014, Figueroa, Cáceres, & Torres, 2020). 

Estrategias para afrontar la pérdida

Como se mencionó anteriormente, el proceso de duelo tiene diversas fases, pero el dolor o la tristeza es una experiencia única para cada individuo. Esto se debe a factores como el estado emocional, el nivel de apego con el animal de compañía y otras circunstancias personales. Por lo tanto, existen varias estrategias que pueden facilitar el manejo del duelo tras la pérdida de un animal de compañía.

  • Cuando el animal de compañía está gravemente enfermo o está en sus últimos momentos, es beneficioso que el tutor y la familia que vive con ella se despidan antes de su fallecimiento o de que se proceda a la eutanasia (Calderón Maldonado & Herrera Espinoza, 2014).
  • Si el animal de compañía convivió y compartió momentos con niños, es crucial que los padres expresen sus emociones junto a ellos. Es necesario que los niños hablen de sus sentimientos si lo desean. Fomentar la escritura de historias o la creación de dibujos puede ser una manera efectiva de ayudarles a expresar emociones (Calderón Maldonado & Herrera Espinoza, 2014).
  • En caso de muerte inesperada, es importante que toda la familia discuta y acuerde cómo disponer del cuerpo del animal fallecido. Llegar a un consenso evitará futuros reproches o arrepentimientos entre los miembros de la familia (Calderón Maldonado & Herrera Espinoza, 2014).
  • Aceptar la pérdida de un animal de compañía puede llevar varias semanas o incluso meses. Por ello, es importante ser compasivo con uno mismo mientras se adapta a la “nueva normalidad” sin la presencia del animal. Así como se necesitó tiempo para fortalecer el vínculo con el animal, también llevará tiempo acostumbrarse a su ausencia (American Veterinary Medical Association).
  • Es crucial no reprimir las emociones durante el duelo, sino permitirse experimentarlas plenamente (American Veterinary Medical Association).  
  • Mantener la conexión con el animal de compañía a través de los recuerdos: dedicar tiempo a mirar fotos, escribir un tributo o una carta que refleje los momentos compartidos (American Veterinary Medical Association).
  • Contar con el apoyo de otras personas es esencial. Hablar con otros tutores que hayan experimentado la pérdida de un animal de compañía puede ser muy reconfortante (American Veterinary Medical Association).
  • Realizar una ceremonia de despedida para el animal de compañía, ya sea enterrándola en el jardín, rezando, llevando sus cenizas a un lugar especial o plantando un árbol en su honor. Esto ayudará a crear un sentido de cierre (Calderón Maldonado & Herrera Espinoza, 2014).
  • Si la tristeza interfiere con las actividades diarias como el trabajo, los estudios o la interacción social, no hay que dudar en buscar ayuda profesional.
  • Si se decide en tener otro animal de compañía, es importante asegurarse de haber aceptado la muerte y terminar los asuntos pendientes con el animal fallecido. Es importante recordar que al aceptar un nuevo animal no significa traicionar la memoria del animal fallecido (Calderón Maldonado & Herrera Espinoza, 2014).
  • Es recomendable evitar darle al nuevo animal el mismo nombre que el anterior y entender que son animales muy diferentes así sea de la misma raza. Hay que dar tiempo para fortalecer el vínculo y adaptarse a esta nueva relación (Calderón Maldonado & Herrera Espinoza, 2014). 
  • Es importante que familiares o amigos de la persona afligida por la pérdida de un animal, no le lleven otro animal sin pleno consentimiento de lo contrario se puede tener dificultad para aceptar al nuevo animal (Calderón Maldonado & Herrera Espinoza, 2014).    

Recursos y apoyo

Existen recursos disponibles para quienes están lidiando con la pérdida de un animal de compañía y que a continuación se mencionaran solo algunos con su respectivo link.

  • Association for Pets Loss and Bereavement: La APBL es una organización reconocida a nivel mundial que ofrece una gran cantidad de recursos, como artículos, libros y grupos de apoyo en línea. Su sitio web es un excelente punto de partida para encontrar información y conectar con otras personas que están pasando por lo mismo.
  • Potter League For Animals: En esta página se ofrece un grupo de apoyo para la pérdida de animales de compañía, donde se puede compartir emociones y recibir comprensión en un entorno seguro.
  • Rainbow Bridge Pet Memorials: Este sitio web no solo ofrece una variedad de servicios conmemorativos para animales de compañía, también cuenta con una sección dedicada al apoyo emocional, aquí se pueden encontrar artículos, poemas y testimonios que ayudarán a procesar el duelo.
  • DowLewis Pet Loss: Aunque es una organización estadounidense, DoweLewis ofrece servicio de apoyo para la perdida de animales de compañía, se pueden encontrar reuniones virtuales de apoyo a través de la plataforma Zoom.
  • Lap of Love: Es una organización dedicada a proporcionar cuidados veterinarios al final de la vida para animales de compañíaSu enfoque es brindar una experiencia pacífica y digan para los animales en sus últimos momentos. Además, proporciona apoyo emocional a los tutores a través de grupos de apoyo y recursos para ayudar a sobrellevar el duelo.  

Recordando a tu compañero de vida

Honrar la memoria de un animal de compañía es una parte esencial del proceso de duelo, ya que permite mantener vivo su recuerdo y celebrar la relación especial que compartieron. Una de las formas más significativas de hacerlo es creando un álbum de fotos. Recopilar y organizar imágenes de los momentos felices que se pasó junto a él, no solo permitirá revivir esos recuerdos, sino que también proporcionará un tesoro tangible de su vida y su impacto en la vida de los seres humanos.

Otra manera de rendir homenaje es plantando un árbol en su honor. Este gesto simbólico representa la vida y el crecimiento continuo, ofreciendo un lugar físico donde se puede recordar al animal de compañía y reflexionar sobre los buenos momentos. A medida que el árbol crece, sirve como recordatorio vivo del amor y alegría que el animal trajo a la vida de los seres humanos.

Realizar una donación a una organización de protección animal en nombre del animal fallecido es una forma poderosa de honrar su memoria. Esta acción no solo ayuda a otros animales necesitados, sino también perpetúa el espíritu de cuidado y afecto que el animal fallecido encarnaba. Al contribuir a una causa que mejora la vida de otros animales, se está creando un legado duradero en nombre del animal fallecido.

Tener un plan para disponer del cuerpo de un animal de compañía fallecido es esencial para manejar esta difícil situación de manera respetuosa y práctica. Contar con un plan previo ayuda a evitar decisiones precipitadas en momentos de alta carga emocional y asegura que el proceso se lleve a cabo de manera digna. Las opciones incluyen cremación que puede ser individual o colectiva, y el entierro en un cementerio para animales o en el jardín de la casa si las leyes locales lo permiten. Algunos servicios ofrecen la posibilidad de conservar las cenizas en una urna o incluso convertirlas en una pieza conmemorativa.

Personalmente, adquirí un título exequial para mis dos animales de compañía, Kalila y Milagros, con la empresa CREMAPETS. Tomé esta decisión debido al respeto con el que manejaron la cremación de un perrito llamado “Copito”, quien fue un gran compañero de un buen amigo mío. Opte por esta opción también porque mis anteriores animales de compañía eran de gran tamaño igual que las actuales y fue difícil encontrar un lugar adecuado para enterrarlos, considerando el transporte y la excavación necesarios.

Conclusión

El proceso del duelo tras la muerte de un animal de compañía es una experiencia profundamente personal y emocionalmente intensa, que permite a los tutores y miembros de la familia procesar la pérdida, expresar sus sentimientos y adaptarse a la ausencia de su compañero de vida. Honrar la memoria del animal mediante rituales no es algo superfluo ni antropomorfizado; al contrario, debe ser una ceremonia de agradecimiento por haber compartido su vida con nosotros y el enseñarnos lecciones únicas que solo ellos pueden ofrecer. Estos actos de homenaje no solo validan la importancia de la relación con el animal de compañía, sino que también proporcionan consuelo y ayudan a enfrentar el dolor de la pérdida de manera saludable y significativa.   

En memoria de aquellos que acompañaron mi andar terrenal y que aún me acompañan espiritualmente

¿Qué opinas sobre el duelo por pérdida de un animal de compañía? ¿Has pasado por ese doloroso momento y cómo lo afrontaste?

¡Queremos conocer tu punto de vista! Déjanos un comentario compartiendo tus pensamientos y experiencias relacionadas con el duelo. ¡Únete a la conversación y contribuye a profundizar nuestro entendimiento sobre este tema!


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